‘La IA en el proceso creativo: ¿creatividad aumentada o dilema de autoría?’, por Paula Ortiz

Durante años he vivido de cerca el esfuerzo monumental, el conocimiento acumulado y la pasión que los creativos dedican a sus obras. He sido testigo del brillo en sus ojos cuando, tras incontables horas, logran plasmar exactamente lo que tenían en mente. También, y esta es una experiencia más actual, he visto como este proceso es comparado con resultados instantáneos generados por IA.

La inteligencia artificial representa un catalizador transformador que redefine los límites de la generación de contenidos y ha democratizado el acceso a herramientas antes reservadas para aquellos que las trabajaban con destreza. Su capacidad para procesar, aprender y generar contenido a una velocidad vertiginosa marca un punto de inflexión histórico. Precisamente por su potencial revolucionario, debemos examinar las cuestiones fundamentales como autoría, originalidad y el valor intrínseco del proceso creativo humano en este nuevo escenario disruptivo.

¿La redefinición del concepto de autor?

Históricamente, el concepto de autoría ha descansado sobre dos pilares fundamentales: la creación humana y la originalidad. Hasta ahora, hemos entendido que detrás de cada obra artística existía una mente humana que concebía, experimenta y plasmaba su visión única del mundo. Sin embargo, la irrupción de la IA generativa pone en jaque esta concepción tradicional.

¿Puede un contenido generado por inteligencia artificial, fruto de conocimiento preexistente y determinadas instrucciones, estar protegida por derechos de autor? La respuesta que dan la mayoría de los juristas interpretando las legislaciones actuales es contundente: no. Por ejemplo, la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos ha sido clara al respecto, especialmente en su conclusión sobre los generadores de texto a imagen: sin intervención humana sustancial, no hay autoría protegible. 

Esta postura ha generado un intenso debate. Industrias como Hollywood, que ya utilizan extensivamente la IA para crear contenidos, presionan para flexibilizar estas normativas. Argumentan que el prompt constituye en sí mismo un acto creativo merecedor de protección. Sin embargo, los tribunales americanos siguen considerando que la selección y curaduría de resultados generados automáticamente no alcanza el umbral de creatividad necesario para la protección autoral. Un caso particularmente interesante es el caso de la imagen Théâtre D’opéra Spatial en el que Jason Allen ganó un concurso con una imagen generada con Midjourney y mejorada con Gigapixel AI. El caso acabó en los Tribunales, que dictaminaron que sí son protegibles ediciones creativas hechas con Photoshop si hay suficiente contribución humana posterior pero no la imagen generada por la cadena de prompts ni el resultado de  Midjourney al no ser una creación humana directa, sino de una IA.

El caso "Zarya of the Dawn", un cómic creado con imágenes de Midjourney, también marcó un precedente cuando la Oficina de Copyright estadounidense revocó parcialmente el registro, manteniendo solo la protección para los elementos textuales escritos por la autora humana, pero no para las imágenes generadas por IA.

Derechos morales 

Más allá de los derechos patrimoniales, existe una dimensión personal en la creación artística: los derechos morales. Estos reconocen el vínculo entre el autor y su obra, y garantizan el reconocimiento de autoría y la integridad de la creación.

Pocos ejemplos ilustran mejor esta conexión que el trabajo de Hayao Miyazaki y el Studio Ghibli. Cada fotograma dibujado a mano, cada personaje concebido, cada paisaje imaginado desde la experiencia vital del maestro japonés. Cuando Miyazaki declaró que el anime creado por IA era "un insulto a la vida misma", no estaba siendo un tecnófobo; estaba defendiendo la esencia de lo que significa crear desde lo humano.

Irónicamente, el "estilo Ghibli" se ha convertido en uno de los más imitados por los sistemas de IA. Con un simple prompt, cualquiera puede generar imágenes que emulan superficialmente la estética del estudio japonés. Esta reproducción/transformación de lo original mediante la reproducción masificada cambia las reglas del juego de forma profunda.

La inteligencia artesanal vs. la inteligencia artificial

Mi amigo Josuan Eguiluz me habló recientemente del concepto de "inteligencia artesanal" que se desarrolla en el artículo "The Artisanal Intellectual in the Age of AI". Él plantea una reflexión que me parece fundamental: "Durante siglos, el conocimiento y la capacidad de razonar han sido pilares de nuestro desarrollo. Pero, ¿qué ocurre cuando éstos se transforman en una 𝘤𝘰𝘮𝘮𝘰𝘥𝘪𝘵𝘺 y el análisis, la síntesis y la creatividad son delegados a máquinas?". Esta pregunta queda abierta, invitándonos a una profunda reflexión sobre el valor de lo artesanal en la era digital.

La diferencia entre crear y generar es abismal. La creación implica intencionalidad, propósito, significado. La generación, por sofisticada que sea, sigue siendo un proceso de combinación probabilística basado en patrones preexistentes. Lo que no cambia la IA es la creatividad y el talento, el sello personal, el reflejo de una idea frente a lo sintético.

Marco legal y desafíos jurídicos

El reciente Reglamento de IA europeo establece obligaciones de transparencia para los sistemas generativos, exigiendo que se informe cuando un contenido ha sido creado por IA y estableciendo salvaguardas para evitar la generación de contenido ilegal. Sin embargo, en materia de propiedad intelectual, el reglamento no aborda y deja importantes lagunas que deberán ser abordadas por legislaciones específicas o por soluciones de la industria.

El enfoque estadounidense recae en la doctrina del "fair use" o uso legítimo. Este principio permite, bajo ciertas condiciones, utilizar obras protegidas sin autorización del titular para fines como la crítica, la educación o la investigación. Las empresas de IA argumentan que el entrenamiento de sus modelos con obras protegidas constituye un uso transformativo amparado por esta doctrina, mientras que los creadores sostienen que este uso masivo de sus obras sin autorización ni compensación supone una violación de sus derechos.

Un caso emblemático es la reciente batalla legal entre Anthropic y Universal Music Group. En marzo de 2025, Anthropic obtuvo una victoria preliminar cuando un juez federal rechazó la solicitud de UMG para detener el uso de letras de canciones en el entrenamiento de sus modelos de IA. Las discográficas habían demandado a Anthropic en 2023, alegando infracciones de derechos de autor en al menos 500 canciones.

Sin embargo, esta victoria inicial para Anthropic no resuelve el problema de fondo. El tribunal permitió a las discográficas recopilar más evidencia de la plataforma, lo que sugiere que el caso está lejos de resolverse definitivamente. Este litigio representa solo la punta del iceberg en la compleja relación entre IA y derechos de autor.

Transformación del trabajo creativo

No es el fin de la industria, es el fin de la creatividad tal y como la conocíamos. Esta frase resume perfectamente la transformación radical que vivimos. Lo que sucede en el terreno de la creatividad afecta a todos los sectores, incluido uno que me toca muy de cerca, el sector jurídico.

La nueva ecuación es revolucionaria: lo que antes requería un equipo de profesionales trabajando durante un mes, ahora puede ser realizado por una sola persona en unos días. Herramientas como Sora, Ideogram, Luma y Gemini han democratizado la creación audiovisual hasta niveles impensables hace apenas un año, como demuestra este vídeo de Justin Hounkpatin utilizando exclusivamente herramientas digitales con un prototipo de anuncio para Tesla.

Esta democratización abre un horizonte de oportunidades. La IA desplaza el foco desde las habilidades técnicas o repetitivas hacia lo verdaderamente intelectual: la conceptualización, la estrategia y la dirección creativa. Ya no es necesario poseer habilidades técnicas específicas para materializar una visión creativa. 

En este contexto de profunda transformación, el evento de AI Create sobre el futuro de la creatividad abordó esta conexión entre creatividad y el uso de la IA. Tras analizar los cambios radicales en los flujos de trabajo y la democratización de herramientas, los participantes llegaron a una conclusión fundamental: si bien la IA ha revolucionado los procesos de producción, las decisiones creativas fundamentales siguen siendo las humanas. La tecnología puede amplificar nuestra capacidad de ejecución, pero no sustituye la chispa creativa que nace de la experiencia vital y la perspectiva personal.

La inteligencia artificial es, sin duda, una de las herramientas más valiosas y transformadoras que hemos desarrollado como especie. Su capacidad para amplificar nuestras capacidades creativas, democratizar el acceso a la creación y abrir nuevos horizontes expresivos es innegable. Estamos ante un poderoso aliado que debemos aprender a integrar en todos los procesos, incluido por supuesto los creativos.

Al mismo tiempo, tenemos cuestiones pendientes de resolver que requieren tanto la adaptación e interpretación de nuestros marcos legales, como soluciones y acuerdos y  sobre todo nuestra propia evolución como sociedad. La verdadera revolución no está en reemplazar lo humano por lo artificial, sino en encontrar el equilibrio donde la tecnología potencie nuestra humanidad en lugar de diluirla.


Paula Ortiz, Co-CEO de TheLegal.School

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