El fraude de los sitios MFA en la publicidad digital

fraude de los MFA

Los Made for Advertising (MFA) operan en la sombra, explotando las vulnerabilidades de la industria publicitaria para su beneficio ilícito. No hay lugar a dudas: los MFA son empresas inequívocamente fraudulentas que engañan a los anunciantes, les roban sus recursos y socavan la integridad de todo el ecosistema.

Resulta asombroso que el sector carezca de un consenso claro sobre lo que constituye exactamente un MFA: los MFA no son más que espacios engañosos, que existen únicamente para cometer fraudes. Son lobos con piel de cordero del mundo digital. Son un fraude, y no necesitan más definición que esa.

Matt Prohaska captó astutamente la esencia de la cuestión: "Qué pereza y qué vergüenza" es aceptar los MFA como parte del negocio. Estos sitios se aprovechan de las complejidades de las métricas de la publicidad online, enmascarando sus intenciones maliciosas bajo un barniz de legitimidad. Adoptan diferentes personalidades en función del tráfico que atraen, sembrando la confusión y eludiendo la vigilancia de los socios publicitarios. Las consecuencias son nefastas: los anunciantes malgastan sus recursos en impresiones falsas y la reputación de los sitios legítimos se resiente.

Los MFA muestran comportamientos cambiantes, un inquietante baile entre lo legítimo y lo engañoso. Cuando llega tráfico directo, la fachada se mantiene, presentando una capa de normalidad. Sin embargo, cuando el sitio detecta tráfico de pago, emerge un lado más oscuro. Anuncios agresivos y monetizados inundan las pantallas, atrapando a los usuarios en su red de engaños. Esta dinámica oculta su verdadera naturaleza, lo que les permite pasar indemnes los controles de conformidad.

Para arrojar luz, la Asociación Nacional de Anunciantes (ANA) reveló resultados inquietantes: Los MFA representan el 21% de las impresiones y un 15% de la inversión publicitaria. Estas cifras no son meras abstracciones estadísticas, sino que representan el desvío de miles de millones de dólares de los bolsillos de los anunciantes a las arcas de los defraudadores.

El estudio de la ANA sobre la transparencia de la cadena de suministro de medios programáticos arroja luz sobre el alarmante despilfarro que prolifera en la inversión publicitaria online. Más allá de la hemorragia financiera, el estudio expone otra sombría verdad: la campaña media se extiende entre 44.000 webs. El sensacionalismo, el clickbait y los contenidos provocativos son los cebos seductores que utilizan los MFA para atraer a visitantes desprevenidos. El resultado: un ecosistema hinchado, repleto de despilfarro y engaño.

En un mercado mundial de publicidad programática estimado en 88.000 millones de dólares, las revelaciones de la ANA obligan a re-evaluar el camino que queda por recorrer. La búsqueda de la eficiencia no es un mero lujo; es una necesidad, una misión para recuperar recursos malgastados. La ANA cree que rectificar el rumbo, reduciendo drásticamente el gasto de los MFA, podría reportar unos 20.000 millones de dólares en ganancias.

Pero lo que está en juego no es sólo económico. Los MFA también son imprudentes con el medio ambiente. Según Scope3, las emisiones de carbono de los MFA son un 26% superiores a las de sus homólogos no MFA. La relación entre fraude digital y degradación medioambiental subraya la urgencia de abordar este problema. El afán de lucro no debe ir en detrimento del bienestar de nuestro planeta.

Las recomendaciones de la ANA para remediar la situación se basan en un cambio de paradigma. La seducción del inventario de bajo coste debe contrarrestarse con un compromiso con la calidad. Los anunciantes deben buscar un inventario visible, libre de fraudes y seguro para la marca, aunque exija un sobreprecio. El equilibrio entre coste y valor no es una mera dicotomía; es un imperativo moral.

Este cambio estratégico podría reducir el abultado inventario, minimizando el despilfarro. Sin embargo, surge una advertencia: la equidad no debe verse comprometida. Las entidades pequeñas no deben verse perjudicadas por esta transición. La misión de la transparencia no es sólo limpiar el ecosistema, sino garantizar que prevalezca la equidad.

El aviso de la ANA para excluir el inventario MFA, a menos que se desee explícitamente, resuena como un grito de guerra por la integridad. Sin embargo, la búsqueda de la transparencia no debe eclipsar la búsqueda del conocimiento. La transparencia reside no sólo en su revelación, sino también en el poder que confiere. Los anunciantes deben aprovechar la luz de la transparencia para navegar con inteligencia por el complejo ecosistema, fomentando la eficacia y defendiendo los principios éticos.

La sombra de los MFA se cierne sobre el panorama de la publicidad digital, arrojando oscuridad sobre la integridad de la industria. Las revelaciones de la ANA ofrecen una hoja de ruta para rectificar, un plan de batalla para derrotar a los defraudadores y recuperar recursos.

Fuente: Adotat

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