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El fin del teletrabajo en WPP crea cierta polémica entre sus trabajadores

Recientemente, el holding publicitario WPP anunciaba que sus trabajadores deberían volver a la oficina al menos cuatro días a la semana a partir de abril, poniendo límites al teletrabajo. Durante la pandemia, en muchas agencias se permitió (y luego se popularizó) el trabajo en remoto, pero a medida que la sociedad ha ido recuperando su normalidad, algunas compañías han optado por impulsar de nuevo la presencialidad.

El CEO de WPP, Mark Read, envió un comunicado a la plantilla hace unas semanas en el que alegaba que “el éxito de la empresa sigue basándose en los fundamentos de la conexión humana, la creatividad y la relación”, valores que se ponen en práctica cuando el equipo se junta en persona, según decía.

Ante este hecho, un empleado de WPP, Bradley Slinger, ha reflexionado en un post de LinkedIn sobre lo que supone y lo que representa esa vuelta a la oficina. Rememorando los relatos de su abuelo sobre la sirena de la fábrica, dice: “Hoy, esa sirena ha sido reemplazada por correos electrónicos imperativos que anuncian un nuevo mandato: cuatro días a la semana de vuelta a la oficina”. Se promete colaboración, conexión y productividad, pero el autor cuestiona si este regreso al espacio físico no es más que una “representación de lo que realmente significa trabajar”.

La oficina, ahora revestida de actividades planificadas y "diversión estructurada", parece un intento fallido de recrear una cultura auténtica en un “entorno controlado”, como explica. "Hablan de colaboración como si fuese una planta que solo puede crecer bajo la luz de la oficina", reflexiona, señalando que la innovación lleva años prosperando a través de cables de fibra óptica y en husos horarios globales.

El regreso a la oficina implica ciertos gastos: costes de transporte o de comida, por ejemplo. Mientras, los salarios se mantienen. “Este movimiento, dirigido con la certeza de quienes creen tener la clave del éxito, ignora los cambios subterráneos que están reformando la industria laboral”, señala.

En su análisis, además, apunta que este regreso no parece ser solo una cuestión de productividad. Según el autor, se trata también de hacer un filtrado silencioso en la plantilla: decidir quién puede permitirse, en términos financieros, logísticos y emocionales, continuar bajo estas condiciones. “Los jóvenes talentos, la próxima generación, observan esta dinámica como se miraba a la radio corporativa en otra época: un vestigio de tiempos pasados”, dice.

Para este profesional, el regreso a la oficina, más que una vuelta a la normalidad, es “como un álbum de grandes éxitos corporativos que nadie pidió”. “Mientras los líderes intentan controlar cómo se produce el trabajo, cómo se crea la cultura y cómo evoluciona la colaboración, ya están fuera de ritmo con lo que viene”, insiste.