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'Comienza la búsqueda', por Enrique Díaz (Equmedia)

Google propone el comienzo de la búsqueda (o, al menos, una nueva forma de buscar) con el lanzamiento e integración, dentro de su buscador, de la IA conversacional Bard. Esta tecnología está basada en Language Model for Dialogue Applications (LaMDA) y combina el procesamiento del lenguaje natural (NLP) junto con el aprendizaje automático (ML), con el fin de crear un “diálogo” fluido con el usuario para guiarle y aconsejarle en su proceso de búsqueda, haciendo que este proceso sea más “natural” y conseguir también un ahorro de tiempo a la hora de encontrar el resultado óptimo para aquello que estemos buscando.

Por cierto, he de añadir que se trata de un ahorro de tiempo en términos de evitar que tengamos que acceder a varias webs para comprobar si el contenido es el que realmente buscamos o no, lo que afectará al número de visitas de muchas webs y también afectará al SEO (no así al SEM, pues lo resultados de pago seguirán apareciendo de forma similar a como lo hacen ahora). 

En esta primera versión (aún no disponible en España), Bard emplea una versión con menor potencia de cálculo de cara a poder dar servicio a los millones de usuarios que lo utilicen de forma simultánea, pues no sólo combina su capacidad lingüística (LaMDA) para entender la petición y seguir una conversación que ayude al usuario a encontrar el resultado más adecuado, sino que Bard también extrae todos los datos de cada web para ofrecer respuestas, y eso son muchos datos…

Por resumirlo un poco más: se trata de un chat basado en texto que realiza varias tareas, como la creación de distintos tipos de contenido, un resumen de textos y traducciones entre distintos idiomas, y todo ello en una interfaz minimalista, además de que está entrenado para dar respuestas lógicas en un tono “humano”, que tenga en cuenta el contexto de la conversación y le permita aprender de forma constante de los propios usuarios (quienes, más allá de su ulterior comportamiento con el resultado, que es la base del aprendizaje de Bard, pueden dar su opinión mediante los botones "pulgar arriba" o "pulgar abajo" y, en caso de que la “conversación” derive en una opción errónea, pueden reiniciar esta aportando así una nueva capa de aprendizaje para la IA).

Pero Bard va más allá de ser una utilidad para mejorar de forma exponencial el proceso de búsqueda. Se ha diseñado como un “colaborador y asistente” del individuo, con capacidad creativa para escribir correos electrónicos, artículos como este que estás leyendo o extraer textos sacados de webs con tan sólo solicitar la opción “Búscalo en Google”, sin contar un sinfín de otras muchas posibilidades como, al igual que hace Alexa (y por poner un ejemplo), conectar y solicitar acciones a medios como Spotify, o integrarse en web, aplicaciones o servicios de mensajerías para dotar a éstas de chatbots que aporten a sus usuarios respuestas útiles e inteligibles para sus usuarios. Eso sí, a diferencia de ChatGPT, no puede escribir un código (al menos, por el momento), pues está siendo entrenado también para poder ayudar a desarrolladores y programadores. 

Y, siguiendo con esta comparación, ¿es Bard mejor que ChatGPT? Todo depende de para qué, pero es cierto que Bard tiene muchas más capacidades. Ambas son IAs diseñadas para interactuar a través de modelos de lenguaje natural y aprendizaje automático con un objetivo de generar texto conversacional pero, a diferencia de ChatGPT, Bard utiliza una versión más ligera de LaMDA que permite ofrecer un servicio simultáneo a un mayor número de usuarios que ChatGPT, que ve su capacidad limitada en momentos de gran demanda (siempre pensando en su versión gratuita).

Pero, quizá, las diferencias principales entre ambas IAs sean que Bard está entrenado para y en torno a la búsqueda, además de que proporciona contenidos conversacionales que suenan más naturales y contextuales, en lugar de ofrecer una lista fija de posibles respuestas y archivos como lo hace ChatGPT, aunque esta última es capaz de generar texto, imágenes u otros medios en respuesta a instrucciones (y su acuerdo con Bing también solventará  pronto esta situación). Pero esta capacidad también la hace más vulnerable a ciberataques y falsificaciones mientras que Bard utiliza información actualizada y ChatGPT está “trabajando en ello”.

En cualquier caso, habrá que viajar fuera de la Unión Europea (también puede recurrirse a VPNs) o esperar a que se solventen los posibles problemas de privacidad, para ver si el potencial de Bard es tan alto como el que dicen. Por nuestra parte, desde Equmedia, continuaremos atentos para estar al día y contaros nuestra experiencia.


Enrique Díaz. Head of Digital de Equmedia